¡Santo Cielo! ¡Qué susto tan tremendo! Las piernas me temblaban y Ledisia se estremecía de miedo detrás de mí.
¡Corre! Toma a Ledisia y corre Era lo que se me pasaba por la cabeza pero los pies no me respondían. ¡Parecía que estaban pegados al piso con súper pegante!
Jo... Joseph... Ledisia me llamó.
De repente reaccioné. Tenía que tranquilizarme y proteger a Ledisia como un hombre de verdad.
Entonces miré a mi alrededor y vi que había una cueva a la derecha del Clamidosaurio. La cueva era muy pequeña para el lagarto gigante, pero primero tenía que distraerlo...
Cuando iba a contarle mi plan a Ledisia, ella sacó una pócima roja de su bolsillo y se la lanzó al Clamidosaurio. Los fragmentos de vidrio se le clavaron en los ojos, y cayó al suelo retorciéndose de agonía.
Ledisia me tomó de la mano y corrimos hacia la cueva...
*Por favor, vuelve a leer este libro y a reportarte con
Ledisia me salvó, eso parecía. Antes que pudiera pensar en como mi masculinidad disminuía, Ledisia me mostró una caja de madera que había en la cueva. Estaba cerrada, pero cuando ella la movía, podíamos oír unas monedas dentro.
Nos llevamos la caja esperando encontrar la llave.
Cuando salíamos de la cueva, pasamos por una pared llena de burbujas opacas y pegajosas. Un olor horrible flotaba en el aire.
¡Finalmente pudimos salir y, para nuestro horror, pisamos en una guarida rebosada de arañas!