Un día, Berd fue a la montaña del noroeste para esperar a Irene. Cuando llegó, escuchó sus gritos desgarradores que resonaban sobre la laguna.
Berd fue corriendo y vio a un Capitán Dienteférreo rondando a Irene. Él ahuyentó al capitán e intentó revivir a Irene, pero lamentablemente ella ya no respiraba.
A Berd se le rompió el corazón una vez más.
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Berd supo que no soportaría perder su amor. A la orilla de la laguna, rogó al cielo para que salvaran a Irene.
Si el precio de mi inmortalidad es perder a las personas que amo una y otra vez, prefiero ser mortal y quedarme con Irene.
Dicho esto, Berd tomó un cuchillo y se cortó las venas. Poco a poco, la laguna se fue manchando de rojo con su sangre.